sábado, 11 de noviembre de 2023

[3] EN EL MAR CASPIO.

 

[3]

EN EL MAR CASPIO


El día es claro.  En la recepción del hotel la señora que nos atendió el primer día ya está en su mesa de trabajo con su cabeza cubierta con una pañoleta. Camino hacia la playa. Hombres y mujeres corren por el boulevard. Hay dos maneras de llegar a la playa: a través de una pasarela levantada sobre los rieles del tren y por un pasaje subterráneo.  Decido ir por el elevado cuyas escaleras tienen escaños muy separados. En la mitad de la pasarela me detengo para contemplar la línea férrea que en algunos trayectos tienen curvas antes de transformarse en una recta que se hace difusa en el infinito.


¡El Mar Caspio! No me imaginé que llegaría a estar aquí. Sólo había escuchado de esta masa de agua en algunas clases de Geografía y de una manera muy tangente o de pasada cuando se hablaba de algún pueblo antiguo o algún hecho histórico.


Estoy frente al Mar Caspio. Veo sus aguas azules cruzadas por aves, sus olas y su arena sobre la cual camino como lo hace mucha gente. Pensaba bañarme, pero me dijeron que el agua estaba muy fría para esta época; sin embargo, veo a jóvenes y no tal jóvenes, mujeres y hombres que se lanzan para darse un baño.





El sol se asoma sobre el mar cautelosamente, pero con firmeza. Su disco brillante es enigmáticamente hermoso; y es imposible no haber sido considerado como un dios entre los pueblos de la Antigüedad cuando todavía guarda miles de secretos por ser la  fuente de la vida y también de la muerte.


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