EL PERRO ANCIANO
ERMG
Una
de estas tardes frías y oscuras observé a un perro que caminaba delante de mí
con paso lento y tambaleante. Prácticamente se arrastraba por la nieve. En can
estaba extremadamente delgado. Su cuerpo eran huesos recubiertos con una piel compuesta
de mosaicos de pelos que se alternaban con espacios desnudos. Era muy viejo,
evidentemente. Sentí mucha lástima, la cual se acentuó cuando pensé que se
trataba de un animal abandonado a la suerte de los rigores extremos de invierno
ruso. Cuando ideaba la manera de buscar alguna comida para alimentarlo noté que
una pareja de ancianos, tomados de la mano, se volteó y llamaron a su mascota
por su nombre, el cual no grabé en mi memoria porque lo hicieron una sola vez y
con voz muy baja. Los ancianos se detuvieron y esperaron a su amigo que igual
no apresuró el ritmo de sus débiles piernas . Reunidos los tres, el viejito
acarició al perro, le puso un collar ,el cual asió con una mano. Con la otra
mano tomó a su esposa, y todos juntos cerraron filas arrastrando pies y patas
bajo la nieve espesa.
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