El
día es soleado y caluroso. Podemos salir sin ponernos abrigos y otros atuendos pesados
contra el frío. Decidimos salir en la tarde cuando el calor se hace más
pasajero. Los buses están abarrotados. En el Metro hacemos dos trasbordos.
Salimos en la estación “Kolómenskoe” para visitar el parque del mismo nombre,
que ya visitamos el año pasado. Pero es tan grande que su recorrido debe
hacerse por partes. Mucha gente pasea o se tumba sobre la grama. Los
comerciantes informales tiene su mercancía sobre pañoletas en el suelo. Una señora
me ofrece un librito de Esenin, con sus tapas antiguas y duras, de 1959.
Recorremos veredas, templos y cafetines. Entramos a la iglesia dedicada a la
Nuestra Señora de Kazán. Hay misa. Natalia enciende dos velas. Escuchamos los cánticos
y los rezos. Nos detenemos frente un lago donde los patos nadan y graznan. Descansamos
cerca de unos leones que defiende una vieja edificación. A poca distancia se
encuentra dos cañones traídos de La batalla de Poltava (1709), escenificada
entre los ejércitos del zar Pedro I de Rusia y el del rey Carlos XII de Suecia.
Nos
detenemos frente a una laguna. Unos gansos nadan. .
Escuchamos unos ruidos proveniente de las aguas. No parecen graznidos de patos.
Las ondas expansivas sobre la superficie acuática nos alertar de que son ranas que
con sus croares dan la bienvenida a la noche. Son casi las nueve ,
pero el sol se mantiene, aunque dando indicios de su declive. Entre los árboles
se cuelan unos rayos rojizos.
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